El Core i9 10900K alcanza los 93 grados con refrigeración líquida, y sin overclock
Está claro que el Core i9 10900K es un procesador muy potente. Su configuración de diez núcleos y veinte hilos, unida a sus frecuencias de hasta 5,3 GHz en modo turbo y su alto IPC lo convierten en uno de los procesadores de consumo general con mayor rendimiento que existen actualmente, aunque tiene una contrapartida importante, y es que su consumo es muy alto y sus temperaturas de trabajo también.
Intel presentó los nuevos procesadores Comet Lake-S a finales del pasado mes de abril, pero su disponibilidad no será una realidad hasta mediados del mes de mayo, lo que significa que todavía tendremos que esperar hasta que se produzca la publicación de los primeros análisis oficiales de esta nueva generación de CPUs de alto rendimiento, aunque gracias a las «prisas» de algunos medios ya hemos tenido la oportunidad de ver algunas pruebas preliminares, y la verdad es que la cosa no pinta demasiado bien.
Como hemos indicado el rendimiento del Core i9 10900K está fuera de toda duda. Intel ha afinado el proceso de 14 nm++ al máximo para diseñar un chip de 10 núcleos y 20 hilos capaz de superar de forma holgada la barrera de los 5 GHz, pero el resultado en términos de eficiencia y de temperaturas ha sido más que cuestionable.
Core i9 10900K: 93 grados a frecuencias de stock y 234 vatios de consumo
Como podemos ver en la imagen adjunta el Core i9 10900K alcanza picos de 93 grados trabajando a sus frecuencias por defecto, es decir, a 4,8 GHz en modo turbo con todos los núcleos activos, y el consumo se dispara hasta los 234 vatios. El usuario que hizo esta prueba ha confirmado que utilizó un kit de refrigeración líquida todo en uno (AIO) con un radiador de 240 mm, lo que significa que para mantener bajo control las temperaturas del Core i9 10900K vamos a necesitar una refrigeración muy potente.
Para que la tecnología Thermal Velocity Boost de Intel funcione el chip tiene que estar en unos 70 grados, una temperatura que, en este caso en concreto, se me antoja casi imposible, incluso aunque montemos un sistema de refrigeración líquida personalizado de alto rendimiento. Obvia decir que un procesador funcionando a 93 grados entra en la franja del thermal throttling, es decir, se empiezan a reducir las frecuencias de trabajo para reducir el calor y evitar daños a nivel de silicio por exceso de temperatura.
A efectos comparativos os recuerdo que un Ryzen 9 3950X, que suma 16 núcleos y 32 hilos, tiene un consumo en carga de 220 vatios y con un kit de refrigeración líquida de 240 mm se mantiene en torno a los 70-72 grados sin problema. Está claro que la arquitectura Zen 2 es más eficiente tanto en términos de consumo como de temperaturas.
El proceso de 14 nm se ha convertido en una enorme barrera para Intel en el mercado de CPUs de alto rendimiento para escritorio, y como sabrán nuestros lectores habituales todavía tendrá una futura interacción en la serie Rocket Lake-S, que implementará una adaptación de los núcleos Willow Cove (Tiger Lake en proceso de 10 nm++) al proceso de 14 nm+++.
Intel presentó los nuevos procesadores Comet Lake-S a finales del pasado mes de abril, pero su disponibilidad no será una realidad hasta mediados del mes de mayo, lo que significa que todavía tendremos que esperar hasta que se produzca la publicación de los primeros análisis oficiales de esta nueva generación de CPUs de alto rendimiento, aunque gracias a las «prisas» de algunos medios ya hemos tenido la oportunidad de ver algunas pruebas preliminares, y la verdad es que la cosa no pinta demasiado bien.
Como hemos indicado el rendimiento del Core i9 10900K está fuera de toda duda. Intel ha afinado el proceso de 14 nm++ al máximo para diseñar un chip de 10 núcleos y 20 hilos capaz de superar de forma holgada la barrera de los 5 GHz, pero el resultado en términos de eficiencia y de temperaturas ha sido más que cuestionable.
Core i9 10900K: 93 grados a frecuencias de stock y 234 vatios de consumo
Como podemos ver en la imagen adjunta el Core i9 10900K alcanza picos de 93 grados trabajando a sus frecuencias por defecto, es decir, a 4,8 GHz en modo turbo con todos los núcleos activos, y el consumo se dispara hasta los 234 vatios. El usuario que hizo esta prueba ha confirmado que utilizó un kit de refrigeración líquida todo en uno (AIO) con un radiador de 240 mm, lo que significa que para mantener bajo control las temperaturas del Core i9 10900K vamos a necesitar una refrigeración muy potente.
Para que la tecnología Thermal Velocity Boost de Intel funcione el chip tiene que estar en unos 70 grados, una temperatura que, en este caso en concreto, se me antoja casi imposible, incluso aunque montemos un sistema de refrigeración líquida personalizado de alto rendimiento. Obvia decir que un procesador funcionando a 93 grados entra en la franja del thermal throttling, es decir, se empiezan a reducir las frecuencias de trabajo para reducir el calor y evitar daños a nivel de silicio por exceso de temperatura.
A efectos comparativos os recuerdo que un Ryzen 9 3950X, que suma 16 núcleos y 32 hilos, tiene un consumo en carga de 220 vatios y con un kit de refrigeración líquida de 240 mm se mantiene en torno a los 70-72 grados sin problema. Está claro que la arquitectura Zen 2 es más eficiente tanto en términos de consumo como de temperaturas.
El proceso de 14 nm se ha convertido en una enorme barrera para Intel en el mercado de CPUs de alto rendimiento para escritorio, y como sabrán nuestros lectores habituales todavía tendrá una futura interacción en la serie Rocket Lake-S, que implementará una adaptación de los núcleos Willow Cove (Tiger Lake en proceso de 10 nm++) al proceso de 14 nm+++.
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